“El alma humana tiene necesidad de verdad y libertad de expresión” Simone Weil

"Ni cogeré las flores, ni temeré las fieras” Juan de Yepes

Presentación de "Feminicidio o auto-construcción de la mujer" en Sala Metáforas

Presentación de
"Feminicidio o auto-construcción de la mujer"



Día 11 de Octubre
20,30 horas
Sala "Metáforas"
Calle Papagayo 8
Metro Abrantes
Más información en adlaexplotacionsexual@gmail.com

Una sociedad en liquidación por cierre de negocio

UNA SOCIEDAD EN LIQUIDACIÓN
POR CIERRE DE NEGOCIO.
"El País" y la biopolítica


“¿Quién va a encontrar entre las ruinas
Los antiguos mojones y la patria?”
León Felipe


Una amiga o amigo hacía este comentario en el blog que me ha parecido necesario responder un poco extensamente.


"Te remito un enlace de El Pais, que aunque en quiebra económica sigue siendo el Pravda del régimen postfranquista y es quien marca la tendencia de pensamiento mucho mas que El Mundo, el cual no deja de ser un suplente:

"No soy madre porque no quiero"

Habla de muchas cosas, la principal es que a la mujer se la sigue presionando para que sea madre y al varón no. Habla como se ven obligadas a dar excusas falsas (esterilidad o traumas psicológicos) para que las dejen en paz. También habla de una maternidad forzada por sus parejas varones que las "obligan", dándolas la tabarra para tener hijos, lo que acaba en resentimiento y posterior destrucción de la pareja.

Quiere acabar con el mito del instinto maternal y ofrece unas curiosas estadísticas: el deseo de ser padre-madre es similar en hombres y mujeres (con lo que de paso acaba con el mito de que los varones no quieren comprometerse) pero le añade algo que me ha llamado la atención, en caso de no poder ser padres los hombres sufren mucho mas que las mujeres.

Se que "El País" mezcla información con propaganda, pero ya que la maternidad y su persecución encubierta es un tema que dominas, me gustaría saber tu opinión si tienes tiempo para leerlo.

Gracias y un cordial saludo. "




En primer lugar este artículo afirma pero no demuestra, se limita a usar unas entrevistas (¿reales o inventadas?) en las que algunas mujeres dicen sentirse presionadas por su entorno social para ser madres. "El País" nos trata como estúpidas y piensa que debemos considerar verdad lo escrito por el hecho de verlo impreso y nos considera tan sentimentales e impresionables que no podremos evitar  sentirnos identificadas con las víctimas de esta felonía pro-maternalista.

Según el diario de la minoría progre-franquista aferrada al poder político, mediático e institucional desde hace casi cuarenta años a las mujeres se nos impide elegir la esterilidad voluntaria. Eso significa, si nos atenemos a las cifras de la natalidad, ese 1,3 hijos por mujer que sigue bajando en caída libre, que ese exiguo número de criaturas son, en su mayor parte, el producto de la coacción sobre nosotras, es decir, que prácticamente ninguna mujer quiere ser madre. ¿Qué cifra le parecería a "El País" aceptable? ¿Tal vez 0,001 hijos por mujer? ¿Sería esa la materialización de la libertad de elegir de las féminas? ¿O quiere decir sin más que si las mujeres no fuéramos presionadas no nacería ninguna criatura?

A las entrevistas que aporta "El País" yo le puedo enfrentar otras tantas, como la de aquella madre que me contaba el escándalo que organizó y la violencia verbal que utilizó su suegra cuando la supo embarazada de su segundo hijo y cómo ella oía desde el salón, sobrecogida, los gritos e insultos que le lanzaba a su marido a quien acusaba de ser un casi violador por ello. O aquella que me decía que su madre no la felicitó jamás en ninguno de sus cinco embarazos, siempre la espetaba un ¿pero sabes lo que estás haciendo? Y eso fue así desde la primera vez.

Podría narrar la historia de aquella mujer que en sus últimos embarazos (tiene 9 hijos) tenía que soportar los improperios de muchas mujeres de su barrio, el acoso de los médicos, de los profesores... que se consideraban con el derecho a opinar sobre su vida a pesar de que quien criaba a sus hijos era ella sin ayudas ni del Estado ni de los vecinos.

Conozco una multitud de mujeres que no tienen los hijos que desean sino los que pueden en estas condiciones de precariedad que hoy sufrimos. Las que nos atrevemos a traspasar la fatídica barrera de los dos hijos hemos oído insistentemente aquello de que es una inconsciencia poner más niños en un mundo como éste, o lo de que si somos del OPUS y de tener  "los que dios quiera", o que si el número de hijos tiene una relación inversamente proporcional con el nivel cultural e intelectual.

Ser madre en esta sociedad depredadora y dañina es casi un imposible. Conozco esa sensación amarga de dejar a las criaturas por la mañana en las guarderías[1] algunas veces enfermas y con fiebre, y, atribuladas por el dolor de hacerlo, de no poder cuidarlos, marchar a trabajar.

Y muchas que sido despedidas por los embarazos, otras a las que se les han empeorado sustantivamente las condiciones laborales como castigo. Y conozco los casos aún más trágicos de aquellas que han decidido abortar, no por elección propia, sino por miedo a perder un empleo, que, en la mayor parte de los casos no es una labor enriquecedora y creativa sino una actividad embrutecedora por un sueldo miserable.

Muchas embarazadas y muchas madres sufren no solo el acoso de las empresas sino incluso de las propias compañeras y compañeros de trabajo que consideran que no rendirán lo suficiente, que no se entregarán con la necesaria vocación a sus obligaciones laborales. Yo lo he visto.

La esterilidad voluntaria es una elección tan respetable como cualquier otra cuando es libre, pero hay que aceptar que hoy es la opción preferida del sistema. Presentarse como víctimas y perseguidas es una inmoralidad y una demasía.

Por otro lado quienes por hedonismo y deseo de vivir sin cargas[2], por espíritu gozador y consumista, deciden no participar en los cuidados de las próximas generaciones y esperan que los niños de hoy, los que criamos quienes sí tenemos hijos, les cuiden a ellos en la vejez están rompiendo con ello la reciprocidad y la justicia pues esperan recibir sin haber dado.

Creen, en su barbarie, que, puesto que tienen dinero, tienen asegurada su vejez. Les parece legítimo y natural el intercambio de dinero por cuidados y afectos con lo que  están corrompiendo y prostituyendo la vida social que debería ser limpia y decente y mantener las necesidades vitales alejadas del trueque mercantil. Son, por lo tanto, los paladines del capitalismo más salvaje, aquél que aspira a convertir en mercancía hasta el aire que respiramos.
Deberíamos exigir a "El País" que nos desvele la finalidad de estas operaciones de manipulación de la conciencia social, la auténtica estrategia que orienta su fanatismo anti-natalista.

Pero hay más, en el último mes "El País" ha desgranado una cadena de artículos alentando a la huida de las generaciones jóvenes del solar de sus ancestros, según estos prebostes de la industria de la conciencia la juventud debe marchar buscando los destinos más alejados de su punto de origen. En una sociedad con una pirámide demográfica completamente catastrófica ¿qué sentido tiene llamar a la emigración masiva de la exigua juventud?

No puede entenderse tal estrategia si no se contempla la constante invocación de este medio a favor de la inmigración y el "anti-racismo" de pacotilla ¿Qué sentido tiene destruir la natalidad y echar de aquí a nuestros jóvenes para atraer luego a otros llegados de los más lejanos confines del mundo, robando literalmente esas personas de su entorno natural?

Tenemos que tener en cuenta que casi todo lo que se hace hoy desde los medios que son, no lo olvidemos, una parte sustancial de aparato de poder, tiene un sentido.

"El País" se presenta como campeón del anti-racismo cuando en realidad lo que defiende es el desplazamiento forzado de grandes masas de personas a lo largo y ancho del planeta para destruir las comunidades naturales y constituir una nueva sociedad hecha de agrupaciones de aluvión, de seres desvinculados de su espacio y de su historia, despojados del sentido de pertenencia, aculturados y desarraigados. Masas de solitarios y solitarias que no tengan ningún lazo con el lugar en el que habitan ni con los otros seres con los que se cruzan.

Estamos pues, a las puertas de una nueva especie de post-humanos, unos individuos que ni siquiera serán el "homo animalis"  porque carecerán incluso de la capacidad para tener vida sexual y reproductiva, una nueva inhumanidad de entes biológicos híbridos y estériles... como el ganado de labor ¿Es pura ciencia ficción?

Creo que ha llegado la hora de llamar a las cosas por su nombre, "El País" es un agente de difusión de la biopolítica del sistema que hoy se sustenta en la destrucción de la natalidad en todo el planeta salvo un pequeño reducto de África que parece que está destinado a ser el reservorio de seres humanos para las necesidades del sistema de poder.

La persecución de la maternidad se está realizando de mil maneras diferentes, las principales: 

1. Por los programas de "contracepción" de los organismos de la biopolítica mundial que incluyen las esterilizaciones masivas de poblaciones, el uso de anticonceptivos brutales como el Depoprovera y otros y el aborto forzoso. Esto ha hecho caer el número de hijos por mujer en picado desde los años 80 del siglo XX y ha reducido la natalidad mundial a cifras prácticamente por debajo del índice de reposición.

2. Por la destrucción de las comunidades primarias que supone a las mujeres madres quedar en situaciones de enorme precariedad sin redes de apoyo horizontales.

3. Por la guerra de los sexos fomentada desde el poder (aquí a través de la Ley de Violencia de Género) que reduce de forma "natural" la natalidad por falta de relaciones con el otro sexo, destruye el núcleo básico familiar para compartir las tareas y deja a las mujeres en completa soledad.

4. Por el ascenso de la influencia que las empresas y el trabajo a salario tiene en la vida privada de las personas y las decisiones vitales.

5. Por la creación de un Estado del bienestar que regula, dirige y manipula al pueblo con el argumento de proteger y dispensar cuidados y satisfacción de lo necesario para la vida.

6. Por el bombardeo mediático e institucional, en las sociedades occidentales sobre todo, que ha generado una cultura de acoso a la maternidad, que desgrana una insultante letanía de epítetos hacia el impulso maternal.

7. Por estímulo de numerosas formas de maternidad patológicas devenidas del brutal ataque a la feminidad que se está produciendo hoy y sus consecuencias en las mujeres y de la promoción de modas maternales insensatas y nocivas para las madres, los padres y las criaturas.

No deberían estas operaciones quedar sin respuesta. Pero, mientras el anti-natalismo está organizado institucionalmente, subvencionado y difundido por todos los canales de creación de opinión que son innumerables, quienes creemos que debe defenderse la natalidad como un impulso revolucionario no estamos organizados y, por lo tanto, no somos capaces de hacer frente a estas espurias operaciones.

Sería una necesidad imperiosa que las madres y padres conscientes nos unamos para denunciar todos los acosos que sufrimos, todas las limitaciones que el sistema pone a la libertad reproductiva.

Necesitamos un movimiento reivindicativo a favor de la justicia, del cese del expolio de personas por los centros económicos mundiales, por el derecho de nuestros hijos a quedarse en su lugar de origen, y el derecho de los hijos de las otras madres del mundo a hacer lo propio, sin ser llevados como ganado allí donde el capitalismo mundial los requiera.

Hay que denunciar toda forma de biopolítica como liberticidio y crimen contra la humanidad y por lo tanto denunciar a "El País" como plataforma de estas operaciones.





[1] Esos lugares que en ocasiones ofrecen un entorno humano, afectuoso y cálido para crecer gracias a la vocación de algunas personas que superan con enorme esfuerzo los obstáculos del modelo de institucionalización de la infancia vigente.

[2] Excluyo a quienes por entregarse a otras empresas útiles a la sociedad en la que viven eligen no procrear. Cuando es una renuncia consciente y meditada y hay una decisión de ser fecundas o fecundos y servir a la vida desinteresadamente la ausencia de hijos tiene otro carácter, también, por supuesto, cuando hay otras causas  no buscadas por el sujeto.

Jornadas "Maternidad-Paternidad como herramienta de cambio"

Madrid
Jornadas Maternidad-Paternidad
como herramienta de cambio




28 de septiembre
Local Asociativo Rompe el Círculo
Pza. del Turia nº 2

Metro "Hospital de Móstoles"

Una entrevista para pensar: hacia una erótica de la experiencia

 UNA ENTREVISTA PARA PENSAR:
HACIA UNA ERÓTICA DE LA EXPERIENCIA




Nunca como ahora ha estado lo erótico tan escondido, nunca ha sido tan reprimida la expresión de la realidad de lo sexual. Apenas se habla de la experiencia de la gente común, solo una minoría de extravagantes exponen hábitos (¿reales o fingidos?) referidos a sus usos sexuales, por lo demás la hipocresía reina en este ámbito, se dice lo que se debe en lugar de lo que sucede, todo el mundo copia modelos postizos y esconde sus prácticas verdaderas.
Así lo erótico auténtico vuelve a la clandestinidad o se esconde detrás de una cortina de humo que presenta una imagen falsa, estúpidamente feliz. Lo cierto, por el contrario, es que una parte de los hombres y muchas más mujeres abandonan esa dimensión de la existencia por el sufrimiento que hoy provoca la fusión y la entrega carnal. La asexualidad es creciente.
Las prácticas reales se maquillan para que coincidan con lo que demandan los "científicos" del sexo y la vulgata de quienes deciden la biopolítica pero la verdad reaparece en la forma de angustia y depresión.
Tal vez poner con valentía encima de la mesa algunas experiencias personales nos ayude a ver con naturalidad la diversidad de inclinaciones y prácticas en este terreno. En el pasado el erotismo fue considerado un arte, un arte para el que estamos capacitados todos por el hecho de ser sujetos sexuados pero que hay que cultivar con esfuerzo y creatividad. En "El arte de amar" Ovidio señala que el amor se aprende sin maestros, a través de la propia experiencia.
Me gustó por eso la espontaneidad con que Claudia me contaba algunos detalles de su mundo erótico por correo electrónico después de haberme escuchado decir en alguna intervención pública que sería necesario descorrer el velo de ocultamiento que cubre la realidad del sexo hoy.
Claudia quería compartir conmigo una penetrante observación de su entorno y una experiencia, la propia, bastante diferente a lo que solemos escuchar. De las conversaciones mantenidas por correo y por teléfono he sintetizado lo más original en esta entrevista sin ocultar algunos detalles atrevidos o escabrosos pues sin ellos todo sería una exposición abstracta de intenciones.
La presentaré, Claudia tiene 38 años, cuatro hijos y una vida sexual no sujeta a los cánones convencionales. Su situación económica es bastante holgada, tiene un trabajo con un cargo de responsabilidad en una empresa grande .
Claudia está acostumbrada a tomar decisiones porque bajo su supervisión hay más de 250 personas, se define a sí misma como poco interesada en la política pero sí en estar informada y cultivar su personalidad en todos los terrenos.
No tiene el perfil de una mujer sumisa, ni inculta, ni dependiente y sin embargo sus gustos y sus prácticas pueden parecer asombrosas a muchos.
Dejo aquí la entrevista (en realidad un resumen hecho por mí del largo diálogo mantenido, eso sí, supervisado y aprobado por Claudia).


"El amor se hace duradero gracias al arte"
Ovidio "Ars amatoria"

P.E:  Defínete a grandes rasgos ¿quién eres? ¿porqué consideras importante tu experiencia en el terreno erótico?

Claudia: Tengo cuatro hijos y más de 20 años de vida erótica, la mayor parte de ellos con mi esposo-amante, pero todavía me excito y me electrizo pensando en él a cualquier hora del día, mientras hago cualquier actividad... trabajando, conduciendo, cocinando... la llama está siempre encendida, ni los años ni los hijos han traído el aburrimiento.
Trato con muchas mujeres por mi trabajo y fuera de él y soy consciente de que mi experiencia es muy distinta de la suya.
En el departamento de la empresa en la que trabajo hay 93 mujeres y, aunque yo tengo un cargo de responsabilidad tengo buenas relaciones con casi todas, según mis cálculos solamente 7 tenemos una vida sexual que pueda llamarse buena, es decir, ni siquiera un 8%. La vida erótica de quienes tienen novio no es mejor que la de las que tienen marido y tampoco las superan las que tienen amantes permanentes u ocasionales, cuando son sinceras, todas, salvo ese pequeño porcentaje que he señalado, reconocen la miseria de su vida sexual. Además casi un 25% carecen de sexo con otros, practican la castidad o la satisfacción solitaria; de estas la mayor parte viven para la comida,  los viajes, el consumo o los psicofármacos. Me impresiona también la cantidad de televisión que ven las mujeres, todas, las casadas, las comprometidas, las solteras.... pasan muchísimo tiempo delante de la pantalla viendo sobre todo programas de ficción.
Aunque es difícil demostrarlo tengo la certeza de que mi empresa representa fielmente lo que sucede en la sociedad y que los porcentajes que doy deben medir con bastante acercamiento la realidad de las mujeres en nuestro país. Por eso creo que mi experiencia es importante, porque he conseguido una vida sexual plena con fórmulas que no se atienen a la ortodoxia.


P. E: ¿Cual es el secreto de la plenitud erótica de tu relación?

Claudia: La gente está obsesionada con la idea del orgasmo y reduce toda su búsqueda erótica a ese asunto. Hay un bombardeo permanente, desde la prensa "seria" a las revistas para mujeres, los libros, los profesionales, la televisión... todos reducen el erotismo a buscar los puntos, las posturas, las técnicas... para el orgasmo.
En realidad lo que se ha conseguido es que las mujeres estén tan concentradas en sus genitales y los hombres en los genitales de las mujeres (porque se considera que el triunfo de toda relación sexual es el orgasmo femenino) que lo que debería ser una explosión de pasión y de ardor erótico termina como una sesión de estudio ginecológico.
Intuyo, aunque no puedo dar cifras, que nunca ha sido más escaso que ahora el orgasmo femenino y que esa obsesión ha creado tanta angustia que incluso muchos hombres y no menos mujeres esquivan el encuentro sexual por no pasar el mal rato.
para mí es diferente, nunca me planteo si llegará el orgasmo o si será grande o pequeño, a la altura del clítoris, de la vagina o del útero, simplemente me sumerjo, me dejo arrastrar por el ansia de mi amante. Encuentro la mayor satisfacción erótica en entregarme por completo al ardor masculino, me parece que la plenitud sexual no acaba en el orgasmo físico sino que es mucho más compleja. El deseo, la pasión, es la esencia de toda relación plena. El orgasmo es la parte y, al convertirlo en todo, se ha hecho una obsesión y casi un imposible.  

P. E: Hablas de entrega, no es un concepto muy de moda ¿Crees que la mujer debe ser sumisa en el terreno sexual?

Claudia: Creo que el sexo tiene sus propias reglas, es un espacio especial; hay que comprender las leyes de lo sexual si se quiere llegar a la cima. La gente tiene la idea de que lo que vale para una reunión de negocios vale para un romance pero no es así.
Para encontrar un sexo de calidad sé que necesito rendirme ante el empuje animal del hombre, que no puedo poner obstáculos a su impulso, que tengo que entregarme y no poner condiciones.
En el sexo tiene que haber algo salvaje, no domesticado; no puede ser tan educado y tan suave, yo al menos lo vivo así.
Muchas mujeres no son capaces de ponerse en esta situación porque están acomplejadas o porque llevan una vida muy sometida en otros terrenos. Hay que sentirse muy fuerte y muy segura para elegir libremente esa posición en las relaciones, porque tienes que tener muy claro que fuera de ahí nadie va a dominarte.

P. E. Lo que quieres decir es que este modelo es para mujeres emancipadas, muy autosuficientes ¿es así?

Claudia: Sí, quiero decir que es una elección libre, no una imposición. Yo he tenido el privilegio de realizar con plena libertad mi Yo erótico, de encontrar una persona que no ha malinterpretado mi entrega sexual y que ha entendido siempre los límites de ciertos usos. Es un modelo para mujeres fuertes y libres y para hombres no machistas, sin esas condiciones no puede funcionar.
Además hay que conocer los límites de lo erótico, pero ahora hay una forma muy simplista de entender la vida, se desea una norma para toda ocasión, un protocolo aplicable sin necesidad de pensar. Eso es un desastre. Luego en realidad no se usa una norma única porque la mayor parte de las mujeres son sumisas donde no se debe (por ejemplo con los jefes, eso lo noto yo misma por la posición que ocupo en lo laboral) y levantiscas con los hombres en la cama. Así no es de extrañar que desaparezca la vida erótica.

P. E: ¿Crees entonces que la sexualidad masculina ha de ser cuidada y protegida estableciendo ciertos rituales y formas de estar las mujeres?

Claudia: ¿Cómo se puede pretender que haya ardor y potencia sexual en los hombres si se les acorrala?  Creo que el motivo de la epidemia de disfunciones sexuales masculinas es la falta de comprensión de cómo funciona la sexualidad macho. En realidad el hombre es la parte débil en este terreno, necesita un espacio en el que se sienta seguro porque el miedo es incompatible con la pasión sexual, necesita además hacer un esfuerzo físico considerable que no podrá hacer si está demasiado cansado.
Hay que poner las cosas fáciles si se desea tener amante ardiente que despliegue con fuerza su virilidad, además hay que estimular su pasión, animarle. Por ejemplo, la sexualidad masculina es muy visual por eso ofrecer una imagen atractiva (no atractiva para ir a un evento social sino atractiva sexualmente hablando) atrevida, visualmente lujuriosa, es muy importante.
Muchas mujeres se sienten incómodas si se ven como una puta, sin embargo lo que hace putas a las putas no es su atuendo sino la venta de su cuerpo, la mercantilización de su persona, el vestuario que eligen es simplemente el que saben que atrae a los hombres.
¿Porqué no habríamos de usar las mujeres decentes esos afeites o esa indumentaria para cargar las pilas de nuestro amante? Si yo le espero con tacones altos y ropa sexualmente incitante seguramente su temperatura subirá más que si me encuentra con los rulos puestos ¿no te parece?


P. E: Y además has conseguido la duración ¿cómo se consigue hacer vibrar el deseo durante tanto tiempo? Siempre hemos considerado, con Freud, que la pasión erótica tiene fecha de caducidad  y no puede ser mantenida sino unos pocos años con mucho esfuerzo.

Claudia:  Eso es lo más difícil, yo he elegido ser perfecta y completamente fiel a mi esposo, él, por el contrario, tiene otras relaciones. Supongo que la causa de su ardor sexual es la cantidad de encuentros que consigue, la cantidad de mujeres que tiene alrededor. Yo no sé si podría ser de otra manera, pero lo nuestro es así, y así funciona. Su libertad erótica es la garantía de mi plenitud sexual, ese es el hecho.
Hay otros alicientes. Ahora la gente no aprovecha el lado sexual de los embarazos, se va a hacer un hijo como si fuera un acto médico, todo aséptico e higiénico, pero follar para preñar es el acto más animal, el más pasional y alocado que se puede tener. Tengo cuatro hijos pero he estado embarazada más veces, todas han sido el resultado de momentos pletóricos en el terreno sexual. Ahora nos disponemos al quinto embarazo, después de cuatro niños espero que sea una niña, pero no voy a parar aquí.
Sentir el deseo, sentir el empuje salvaje del sexo es una experiencia que te deja marcada para siempre, luego ya no quieres otra cosa.

P. E: Sientes entonces también la erótica del embarazo y los partos ¿Cómo has vivido esta parte de tu sexualidad?

Claudia: La vida sexual  de las mujeres es en realidad más compleja que la de los hombres, las formas de entrega y rendición al impulso macho es una manera de vivir lo sexual como una fuerza natural, como una necesidad a la que no puedes poner freno, también parir -sin epidural, claro- es así, es un impulso al que no te puedes negar, está determinado, tienes que dejar que suceda, tienes que entregarte a ello. Tengo la sensación de que la epidural se ha impuesto para evitar que las mujeres conozcan esa experiencia tan poderosa que mezcla lo sexual con el amor más perfecto.
Pero, extrayendo su parte estrictamente  erótica, no puedo comprender como tantas mujeres se dejan arrebatar esa experiencia, en algunas ocasiones me gusta rememorar los partos, recordar, como si lo estuviera viviendo de nuevo, esa fase final, el expulsivo, es impresionante que algo que es una experiencia tan breve en el curso de nuestra vida tenga una importancia tan grande y cambie tanto nuestra percepción del mundo.

P. E: Y el sexo tántrico. Ahora se habla mucho de eso  ¿En qué se parece tu práctica a ese modelo?

Claudia: Creo que no se parece en nada. Conozco alguna gente que sigue esa corriente, por lo general se sigue como una moda, nadie está mucho tiempo, aunque muchas continúan defendiendo que es sexo sagrado, el hecho de que no permanezcan en ello refleja que hay algo que no funciona. Para mí lo más llamativo es el desapasionamiento, la falta de deseo, yo  al menos lo viviría como una frustración; esas formas tan blandas, tan desvitalizadas... me parece un sexo triste.
Pero yo lo conozco de segunda mano, tal vez debería hablar alguien que lo conozca por dentro, me puedo equivocar.

P. E: Tu propuesta es rompedora, ahora que todo el mundo va con sus catecismos lo que tu propones no encaja en ninguna teoría al uso ¿podría ser que tu experiencia sea algo solo válido para ti y no realizable a escala social?

Claudia: yo no creo que tenga que haber un modelo único, estoy en contra de todos los catecismos.  Lo mío es el producto de mi vida y de mi experiencia, pero me parece que lo que yo hago es bastante "natural" y que si la gente se dejase llevar por sus impulsos muchas más mujeres y hombres terminarían llegando a cosas parecidas.
Lo lógico es cada uno busque su camino pero hoy los catecismos son la norma, lo que se está imponiendo es la mujer que renuncia a toda sexualidad que no sea la masturbación.
No pretendo estigmatizar la masturbación pero es obvio, para mí al menos, que es el escalón más bajo y más pobre de la sexualidad humana y no la más perfecta consumación del erotismo como se dice ahora. La masturbación y el sexo con aparatos (ahora todo el mundo, hasta las más carcas, han ido a algún tupper-sex) es desde mi punto de vista lo más cercano a la miseria sexual plena. En mi opinión la masturbación representa un acto fisiológico que a mí me cuesta considerar que sea auténticamente un acto de vida erótica, ni siquiera sé si es sexo o un escalón inferior al sexo.

P. E: Una conclusión y un consejo:

Claudia: Una conclusión: no hay que creer en teorías, hay que atreverse a explorar.
Un consejo: soltaros la melena, olvidad todo lo que os han contado, perded el miedo a ser políticamente incorrectas y buscad un macho que os devuelva a la vida. Esto para el sexo porque para el resto de la existencia tenemos que tener proyectos propios e independientes en los que no necesitemos ni ayuda ni protección de nadie. Eso es lo que yo creo.






A 70 años de la muerte de Simone Weil: La obligación de limitar el mal

Un hermosa reflexión de mi amiga Mailer Mattié, coautora con  Sylvia María Valls de "Las necesidades terrenales del cuerpo y del alma. Inspiración práctica de la vida social" , de reciente aparición.

A 70 años de la muerte de Simone Weil: La obligación de limitar el mal

Viernes 6 de septiembre de 2013 por CEPRID
Mailer Mattié
Instituto Simone Weil/CEPRID

El 18 de julio de 1943, un mes antes de morir, Simone Weil escribió desde Londres a sus padres que se encontraban en Nueva York:

Tengo una especie de certeza interior creciente de que hay en mí un depósito de oro puro que es para transmitirlo. Pero la experiencia y la observación de mis contemporáneos me persuade cada vez más de que no hay nadie para recibirlo. Es un bloque macizo. Lo que se añade se hace bloque con el resto. A medida que crece el bloque, deviene más compacto. No puedo distribuirlo en trocitos pequeños. Para recibirlo haría falta un esfuerzo. Y un esfuerzo ¡es tan cansado!

Aquí Weil señala tres requisitos a su parecer imprescindibles para acercarse a la comprensión de su pensamiento: ese bloque compacto de oro puro. Ciertamente, es necesario un importante esfuerzo intelectual el cual, sin embargo, resultaría del todo insuficiente si no podemos acceder a la verdad sobre el mundo social en el que vivimos y si no contamos con determinadas experiencias; es decir, con determinadas referencias de aprendizaje.

¿A qué se refería en realidad Simone Weil? ¿Qué era aquello que impedía a sus contemporáneos comprender sus propuestas?

Con gran probabilidad, es posible que aludiera a dos de los rasgos que caracterizan la existencia humana en la sociedad moderna: ignorar la experiencia histórica que constituye el pasado y aceptar la distorsión del conocimiento que creemos tener sobre la realidad. El pasado, en efecto, ha sido borrado por el progreso, arrasado por el desarrollo del Estado y de la economía, destruido por la industrialización. Las ideologías y el pensamiento académico, por otra parte, han secuestrado la verdad al adscribirla a los dogmas heredados del siglo XIX.

Sería legítimo, entonces, preguntarnos sobre nuestras propias posibilidades de llegar a contar al menos en parte con esas referencias, puesto que ahora nos encontramos en disposición de dar testimonio real de los errores y el fracaso de las formas de organización social sustentadas en las ideologías del progreso económico. Somos testigos desde finales del siglo pasado, además, de la determinación y autonomía de la emergencia de la invalorable riqueza de saberes –que apenas la ciencia está comenzando a validar- contenida en las antiguas culturas y cosmovisiones de muchos pueblos originarios, sobrevivientes del exterminio en los territorios andinos o amazónicos, por ejemplo.

Asimismo, nos devuelven la verdad del pasado los recientes –aunque aún escasos- estudios que intentan revelar la realidad social que constituyó la Alta Edad Media en Europa, oculta en la falsa e interesada definición del Feudalismo y en la interpretación lineal que simplifica la historia, entre los cuales podemos destacar la obra del filósofo e historiador Félix Rodrigo Mora en referencia a la península Ibérica:Tiempo, Historia y Sublimidad en el Románico Rural, publicada en 2012. La crisis de las ideologías, por otra parte, anima el verdadero conocimiento, incluyendo la recuperación del pensamiento de autores importantes que fueron condenados al olvido porque sus criterios comprometían seriamente la solidez de las ideas dominantes. Es el caso, por ejemplo, de la obra de Silvio Gesell escrita a principios del siglo XX sobre la función del dinero en los sistemas económicos y el lugar que la moneda podría desempeñar en un proceso de transformación social. Planteamiento que ha servido de inspiración al matemático estadounidense Charles Eisenstein para proponer una transición hacia la economía del don en su libroSacred Economics. Gift and Society in the Age of Transition, publicado en 2010.

Simone Weil fue, ciertamente, una tenaz observadora del mundo social, cualidad que la condujo siempre a desconfiar de las teorías y de las interpretaciones a priori. Una actitud, además, que contribuyó indudablemente a impregnar su corta vida de la intensidad que nos asombra. Exploró también el pasado, al encontrar absurdo enfrentarlo al porvenir. Halló así en la experiencia histórica que había constituido la sociedad occitana del sur de Francia en el siglo XIII –destruida sin piedad por la fuerza incipiente del Estado- los fundamentos para elaborar el núcleo de lo que sería su gran obra, Echar Raíces: la noción delas necesidades terrenales del cuerpo y del alma. A la luz de la mirada occitana, en efecto, advirtió el júbilo de la vida convivencial, basada en la obediencia voluntaria a jerarquías legítimas (no al Estado, cuya autoridad aunque sea legal no es necesariamente legítima) y en la satisfacción de las necesidades vitales. Un espacio colectivo que encuentra su justo equilibrio en la estrategia que consiste en juntar los contrarios -libertad y subordinación consentida, castigo y honor, soledad y vida social, trabajo individual y colectivo, propiedad común y personal-, para sustentar así el arraigo de las personas en un territorio, en la cultura, en la comunidad. Es lo mismo que el pueblo kichwa y el pueblo aymara llaman Sumak Kawsay o Suma Qamaña –el Buen Vivir que es convivir-; eso que el pueblo mapuche nombra Kyme Mogen y el pueblo guaraní Teko Kaui, siguiendo el mandato original de construir la tierra sin mal; en fin, aquello que para los pueblos amazónicos significa Volver a la Maloca, valorando el saber ancestral: es decir, regresar a la complementariedad comunitaria donde lo individual emerge en equilibrio con la colectividad; a la vida en armonía con los ciclos de la naturaleza y del cosmos; a la autosuficiencia; a la paz y a la reciprocidad entre lo sagrado y lo terrenal.

Simone Weil, por tanto, consideró la destrucción del pasado el mayor de los crímenes. En ausencia de convivencialidad, al contrario, Weil observó que la sociedad se convierte en el reino de la fuerza y de la necesidad. Cuando la sociedad es el mal, cuando la puerta está cerrada al bien –afirmó-, el mundo se torna inhabitable. Los medios que deberían servir a la satisfacción de las necesidades se han transformado en fines, tal como sucede con la economía, con el sistema político, con la educación, con la medicina y con la alimentación industrial. Si esta metamorfosis ha tenido lugar, entonces en la sociedad impera la necesidad.

Una realidad que nos impone, en consecuencia, la obligación absoluta y universal como seres sociales de intentar limitar el mal. Es decir, la obligación absoluta de amar, desear y crear medios orientados a la satisfacción de las necesidades humanas. Medios –según Weil- que solo pueden ser creados a través de lo espiritual, de aquello que ella misma llamó sobrenatural: solo a través del orden divino del universo puede el ser humano impedir que la sociedad lo destruya. En la sociedad moderna –expresó- el orgullo por la técnica –por el progreso- ha permitido olvidar que existe un orden divino del universo. En ausencia de espiritualidad –afirmó-, no es posible construir una sociedad que impida la destrucción del alma humana.

Lo espiritual en Weil –algo que siempre parece tan difícil de precisar-, la fuente de luz, lo que debería guiar nuestra conducta social, representa la diferencia entre el comportamiento humano y el comportamiento animal: una diferencia infinitamente pequeña que es, no obstante, una condición de nuestra inteligencia -en espera aún de rigurosa definición científica que la concrete-. El papel de lo infinitamente pequeño es infinitamente grande, señaló en una oportunidad Louis Pasteur.

Es a partir de la influencia de esta ínfima diferencia, entones, que es posible limitar el mal en la sociedad, porque esa condición de nuestra inteligencia es justamente la fuente del bien: es decir, es la fuente de la belleza, de la verdad, de la justicia, de la legitimidad y lo que nos permite subordinar la vida a las obligaciones. La misma influencia, pues, que debemos explorar en la experiencia del pasado: en el medioevo cristiano –señaló Weil-, pero también en todas aquellas civilizaciones donde lo espiritual ha ocupado un lugar central y hacia donde toda la vida social se orientaba. Precisar sus manifestaciones concretas, sus metaxu: los bienes que satisfacen nuestras necesidades e imprimen júbilo a la vida social.

Mailer Mattié es economista y escritora. Este artículo es una colaboración para el Instituto Simone Weil de Valle de Bravo en México y el CEPRID de Madrid.

Tambores de guerra

De mi querido amigo Rafael Rodrigo, una reflexión sobre el militarismo y las políticas de género:
Publicado en "Estrella Digital"

TAMBORES DE GUERRA


El pasado mes de junio saltó a los medios de comunicación la noticia, inquietante, de que Noruega extendía el servicio militar obligatorio también a las mujeres. Me pregunto qué sentido tiene , a estas alturas, extender el servicio militar obligatorio a las mujeres en un país como Noruega, al que muchos europeos teníamos como un ejemplo de organización social, saber hacer y civismo.

Nada ocurre por casualidad.. Cuando se "ensaya" una medida de este tipo en un Estado es con la finalidad de extenderla, si consigue ser exitosa, al resto de Estados que conforman la modernidad. Bastará argumentar que los otros lo tienen, que pasamos a estar en inferioridad de condiciones, o que se trata ,como en este caso, de una medida igualitaria entre hombres y mujeres.

El intento de participación de la mujer en el servicio militar es pues una muestra más del tipo de "igualdad para la mujer" que realmente se está buscando, una igualdad a la baja, sobre la falta o la pérdida de un derecho. Basta tener en cuenta algunas de las medidas y leyes que bajo el paraguas del concepto de "género", han trastocado el sistema jurídico español, introduciendo el delito de autor y los tribunales especiales, eliminando, para una parte de la población, el derecho a la presunción de inocencia y haciendo desparecer el trato igualitario ante la ley penal que se supone fundamenta el Estado de Derecho.

En el caso del servicio militar es obvio que el derecho conseguido es precisamente a no ser obligado u obligada a participar en el mismo. La lucha por la no obligatoriedad del servicio militar duró en España más de treinta años y supuso la prisión durante este periodo para más de dieciocho mil jóvenes , hasta su abolición el 9 de marzo del 2001. La obligación del servicio militar para la población masculina se inició 1770, con miras a la expansión colonial propiciada a su vez por el recién estrenado liberalismo económico y se consolidó a lo largo del siglo XIX con los códigos civiles inspirados en el código napoleónico.

El código civil español de 1889 sanciona "la obligatoriedad del servicio militar" para el varón, al tiempo que lo instituye como "cabeza de familia" y afirma expresamente que la mujer " estará sometida al varón". Evidentemente se trata de una medida, de militarización de la sociedad civil, en la que el origen del "sometimiento legal" de la mujer al varón se da en un marco global de pérdidas de libertades y derechos de toda la sociedad civil. Así pues, la lucha contra la obligatoriedad del servicio militar y la lucha por la igualdad legal de la mujer es una misma lucha que ha tenido lugar a lo largo del siglo XX y llega hasta nuestros días. Y lo que dejó en evidencia es que no existía ni existe fundamento jurídico ni moral alguno, a pesar de haber permanecido casi dos siglos en el ordenamiento jurídico español, para el sometimiento legal de la mujer ni para el sometimiento legal del hombre a la obligatoriedad de un servicio militar. Por ello los jueces dejaron de condenar en este sentido y hubo que cambiar la ley. Sin embargo, este esquema de lucha conjunta por la liberación tanto de hombres como de mujeres está siendo manipulada con el objetivo de dar una vuelta de tuerca en la militarización de la sociedad, se supone en previsión de futuros acontecimientos.

¿Cómo es pues posible que se tome la medida de extender la obligatoriedad del servicio militar a las mujeres al amparo de las llamadas "políticas de género "? Noruega, se nos dice, tendrá, con la obligación de la mujer a incorporarse a servicio militar, un ejército neutral en materia de género. Extraña declaración. Es evidente que el verdadero objetivo es otro, a no ser que políticas de género y militarización de la sociedad vayan de la mano. Tildar estas medidas de medidas de "género" no hacen sino confirmar el contradictorio, tortuoso y errante camino emprendido con el trato a la mujer desde la "perspectiva de género".

Pero si el caso de Noruega llama la atención por lo insólito de ser un país europeo, el caso no es único en el mundo. En diferentes países de América Latina y Asía se está siguiendo la misma política. En Perú este mismo año se ha aprobado un decreto, el nº 29248, que vuelve a la obligatoriedad del servicio militar, abolida en 1998 , en este caso para hombres y mujeres. Y sabemos que varios países de América, África y Asía que mantienen el servicio militar obligatorio están incorporando o han incorporado la medida.

¿Y España? En España, el último gobierno socialista de Jose Luís Rodriguez Zapatero, impulsor de todo tipo de radicales políticas de género, siendo ministra del ejército Carme Chacón, elaboró, con fecha de 3 de mayo de 2010 para la Subsecretaría de Defensa y la Dirección General de Reclutamiento y Enseñanza militar, un borrador (1) de decreto titulado Reglamento de Reservistas para la Fuerzas Armadas que prevé, en su artículo 2º, la creación de " una reserva obligatoria" y que en su artículo 50ª dice que "afectará a los españoles, hombres y mujeres, que en el año cumplan una edad comprendida entre diecinueve y veinticinco años ". Es decir, el retorno por la puerta de atrás del servicio militar obligatorio. Eso sí, esta vez justificado en la necesidad de una igualdad entre hombres y mujeres. Los acontecimientos políticos impidieron su desarrollo.Aunque los acontecimientos políticos impidieron su desarrollo, se supone que el borrador reposa en algunos de los muchos cajones del Ministerio del Ejército en espera de una oportunidad política para su promulgación.

Pero en éste último caso, puesto que en los años setenta y ochenta la presencia de la mujeres en la resistencia al servicio militar obligatorio fue inmensa, no me cabe duda que hombres y mujeres, sin necesidad de "ninguna medida tutelada por el Estado" lucharemos de nuevo juntos por la libertad de conciencia y la resistencia al servicio militar obligatorio.